Por suerte, la mayor parte de mi trabajo depende de mi cabeza. Y esa está como nunca. Las dificultades me estimulan. Aunque pienso que estas pequeñas lesiones son avisos que nos da el cuerpo para advertirnos que no se puede ir con este ritmo. Que conviene exigirnos un poco menos. Seguro que a muchos de vosotros os ha sucedido. Es esa gripe que nos llega después de un periodo de trabajo a destajo, ésa tortícolis que nos afecta justo cuando se ha resuelto un problema familiar a nuestro alrededor que ha requerido de mucha de nuestra energía… A todos nos ha sucedido algo de esto. Ahora me ha tocado a mi con el asunto este de los extensores.
Tiene razón quien ha comentado que la ¿tendosiritis? no existe. Espero que comprenda que se trata de un término médico del que escuché hablar de sopetón y con un médico señalando mi mano. El término correcto es tendinosinovitis. Consecuencia: inmovilización. El manzapol no tiene cualidades preventivas de la tendinosinovitis.
Sobre que quizá debiera haber acudido a otro centro en lugar del Hospital. Bueno, era sábado y lo cierto es que la hinchazón y el dolor eran lo que menos me preocupaba. Lo que me alarmó fue el color azulado de mis dedos. Creo que es lógico alarmarse. Nunca había visto nada parecido. A lo mejor debiera de haber esperado al lunes. En todo caso debiera haberme mirado los dolores en la mano antes. Pero, durante los últimos meses, yo he sido lo último para mi misma. No creo que sea un gran mérito o una cualidad que me caracterice en especial. Pienso, y he visto, a muchas personas, seguro que quienes leáis estas letras también, tomar la misma actitud en cuanto se enfrentan a un reto o a un proyecto importante para ellos. Es mi caso. Me encuentro frente a una oportunidad y un desafío que son de lo más ilusionante: puedo llevar mi ciudad hacia donde se merece. Me parece que cualquier persona en esa tesitura o una similar dejaría la dichosa tendinosinivitis para mañana.
Hablando de mañana, iré a la Marcha Solidaria de Acción Misionera que sale de la Plaza de San Lorenzo. Me han dicho que tiene un recorrido de 10 kilómetros a pie. Haré los que pueda. La escayola, además de ralentizar mi vida cotidiana, pesa.
Por cierto, este fin de semana he echado de menos a Sergio Arribas, de El Adelantado. Los dos últimos domingos me llamó para preguntarme sobre la actualidad de la ciudad. ¿Habrá perdido mi número?. A Sergio, y a las personas que han comentado que no encuentran mi móvil, se lo pongo aquí: 655 050 160.
Puede que tarde en coger. Voy ralentizada.